La historia tiene un buen comienzo. Clara se nos presenta como una chica misteriosa, rodeada de un aura de tragedia y con una voluntad muy fuerte. A pesar de su reticencia, tiene que marcharse a vivir muy lejos de su entorno urbano, a un lugar en medio de la nada. Después de una serie de descripciones - reconozco que decidí leerlo, no solo por su portada, también por la promesa de describir el bosque soriano desde el interior - y acontecimientos intrigantes, el clima que había creado la autora se desvirtúa y cede frente el amor juvenil - empalagoso y sobrante -. Hay muchas maneras tópicas de conquistar a las jóvenes lectoras, sedientas de amor inverosímil, aquí se ponen en práctica la mayoría. Desde el ser sobrenatural y perfecto - o Edward Cullen - que encandila a la protagonista, una chica normal y con ciertos problemas - o Bella -. Hasta la imposibilidad de que triunfe el amor, por la condición extraordinaria del protagonista y tengan que llevarlo en secreto - o Crepúsculo -. No hace falta que diga mucho más al respecto.

"El tratamiento de la historia tiene prisma de cuento y en todo el relato está presente una sensación de moraleja que no desagrada".

Pero como ningún libro se compone solamente de aspectos negativos, cabe destacar algunos rasgos que me han agradado y los creo importantes. La narración amena y fluida de la autora, que impulsa - de manera optimista - a alcanzar el final, es un elemento que marca diferencia con la saga Crepúsculo. El tratamiento de la historia tiene prisma de cuento y en todo el relato está presente una sensación de moraleja que no desagrada. Algunas historietas morales que incluye la autora, sin duda, otorgan mayor intelectualidad a la obra y hacen que merezca la pena leerla en ese aspecto.
Además el entorno soriano de bosques frondosos - o Forks - es un lugar mágico y resulta fascinante que nos quede tan cerca. Gracias a este libro y a las rimas de Bequer, es un destino que me encantaría visitar.